Ahora que las Nike Air Jordan vuelven a ser tendencia entre chavales que solo han podido ver jugar a Michael Jordan en viejos vídeos subidos a TikTok o YouTube, recordemos este nombre: Deloris. Para entender que la recién estrenada película Air no va de zapatillas, ni de quien sigue siendo la estrella más grande de la NBA. Sino de haber logrado que adolescentes nacidos muchos años más tarde de que Michael se retirase quieran tener unas Jordan, con su mismo diseño y colores ochenteros.
Y porqué Deloris Jordan. Porque fue la madre del que se convertiría en el mejor jugador de baloncesto de la historia, y quien cambió la relación de los jugadores con las marcas. La autora de parte de su éxito. Este es el argumento central de Air, dirigida por Ben Afleck y protagonizada por Matt Damon, una historia cuyo desenlace conocemos bien. Adidas o Converse eran las marcas estrella del baloncesto, Nike una empresa que iba en picado, reducida a hacer zapatillas de correr y cada vez con menos cuota de mercado. Cómo demonios iba a convencer a Jordan de que firmara con ellos, si era más de Adidas. Y una figura en ascenso de la que se esperaban éxitos como los de Magic Johnson o Larry Bird, estrellas ya consagradas entonces. Pues hablando con su madre. Air no solo nos lo cuenta, lo hace de una manera tan emocionante bajo la dirección de Affleck, que realmente no importa que sepamos la historia que siguió.
Ben Affleck se ha centrado en esta parte de la historia, evitando que Jordan aparezca en la película, y dejando el tiempo justo a las apariciones de Deloris. En Rotten Tomatoes, que es la página para saber lo que opina el público, no la crítica, la audiencia la ha puesto por las nubes, y las opiniones de los colaboradores solo un poco por debajo. Ahora bien, una peli etiquetada como «drama deportivo» y que trata, indirectamente, sobre uno icono estadounidense negro podría ser demasiado americana para gustarnos a nosotros. Incluso si su director es el talento que nos trajo Argo y con Robert Richardson en su equipo, el director de fotografía y favorito de Quentin Tarantino y Martin Scorsese. Quien haya visto Venom: habrá matanza, o Érase una vez en Hollywood, podrá hacerse una idea del estupendo aspecto de Air, ochentera hasta en la luz de sus oficinas. Pero es que precisamente la que podría ser su gran pega, otra peli de entretenimiento a la americana, es su gran virtud. No nos cansemos de repetirlo, este es un largometraje sobre marketing y gestión deportiva. Así dicho suena a tostón, pero Affleck ha conseguido hacerlo entretenido, y el personaje al que encarna Matt Damon, Sonny Vaccaro, apasionante.
Como figura histórica, Sonny Vaccaro merecería un puesto entre las personas que han definido nuestra cultura. En serio, no se suele pensar para eso en ejecutivos ni en gente de marketing, pero hoy nuestra forma de vivir está tan moldeada por ellos como por escritores, artistas, cineastas, autores de cómic, etc. Vaccaro no solo tiene el mérito de haber convencido a Nike para fichar a Jordan cuando nadie tenía idea de en qué se iba a convertir. Sino también la genialidad de no adaptar a un deportista a los productos prefabricados de una marca, sino al revés. Ni Andy Warhol hubiera soñado con convertir unas deportivas en un icono de la cultura pop. Pero acabó sucediendo. Gracias a aquellas zapatillas de baloncesto con el nombre del jugador cuyo diseño y colores permitían lucirlas con estilo en la calle, tanto como en la cancha. Cambiaron nuestra forma de vestir. Es la razón por la que ahora hay gente que lleva zapatillas con traje. Por la que ni millonarios ni estrellas renuncian a lucirlas en las galas. Todas las marcas acabaron copiando a Nike, y todos los jugadores terminaron por imitar a Jordan en su relación con las marcas que las patrocinaban. Porque gracias a lo que sea, existen las madres y también los soñadores individualistas como Vaccaro que saben cuándo apostarlo todo a doble o nada.
Además de todo eso Air son 112 minutos que no solo pasas pendiente de qué ocurrirá a continuación, insisto, aunque sepas el final. Sino que te permiten aprender mucho sobre la cultura de tu tiempo. Una perfecta recreación ochentera que transcurre en 1984, con una fantástica banda sonora a juego, rock y pop clásicos, Dire Straits o Cindy Lauper, y todos los guiños estéticos que recordaremos de Stranger Things pero mucho más globales. Ideal para quienes vivieron la década y para los hijos que han tenido y que quieren las Air Jordan. Todo ello con dos fantásticos mensajes finales. Nunca recordaremos a los magnates de las empresas, ni a las promesas de las marcas, sino a los ídolos que nos hicieron soñar con que podíamos parecernos a ellos. Y quizá como ellos cuando comprendamos nuestro propio valor seremos tratados como merecemos. Estas dos frases son una sugerencia de espóiler sin serlo: cuando veáis la película, prestad mucha atención a los discursos de Matt Damon.